Emocionante sería una visita del Papa a mi humilde monasterio del Desierto de Rigada. De ella se hablaría durante muchos días antes y después. Algo más emocionante fue para mí ver llegar a Lourdes un autocar repleto de personas dispuestas a sacrificar una semana de sus vacaciones para interceder por la Iglesia y el mundo, como miembros de Manos Alzadas. Pocos en la tierra lo notaron, pero, sin duda, causó gran regocijo en el cielo entre los que luchan por el reino de Dios.
Este folleto presenta las enseñanzas impartidas durante ese encuentro.
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