En el árbol único de la Teología cristiana la Teología Espiritual ha sido la rama última en nacer, sintetizando así en sí misma, en orden a la vida espiritual, todos los demás conocimientos dogmáticos o morales, litúrgicos, canónicos o históricos. En efecto, el papa Benedicto XV, en 1919, expresaba en una carta a la universidad Gregoriana su alegría por la creación de una cátedra «dedicada a procurar una más profunda formación religiosa del clero mediante el estudio científico y práctico de las principales cuestiones concernientes a
la perfección cristiana». El estudio científico de la teología espiritual podría así «corregir aquel ascetismo vago y sentimental o aquel erróneo misticismo» en el que fácilmente derivan quienes no conocen suficientemente «los verdaderos principios de la vida espiritual». La espiritualidad cristiana, por tanto, debe ser estudiada como una «ciencia teológica», y concretamente «bajo la orientación y guía segura del Aquinate, quien, como en las demás disciplinas sagradas, también en ésta se manifiesta como el gran Doctor y gran Santo». lee el libro acá